Los cut-outs de Matisse corresponden a la última etapa de su vida, en la que trabajó realizando composiciones a partir de recortar con tijeras papeles previamente coloreados. Matisse fue capaz de encontrar en esta técnica una nueva forma de expresión de su creatividad después de que en 1941 su movilidad se vio limitada, tras ser operado de un cáncer que le obligó a usar silla de ruedas. Con la ayuda de su joven ayudante rusa, Lydia Delectorskaya, Matisse realizó numerosas composiciones hechas con recortables. Primero, el papel era coloreado y luego, sin realizar dibujos previos, el artista los recortaba con unas enormes tijeras. La joven ayudante los sujetaba a la pared con algún tipo de alfiler, hecho que permitía cambiarlos de sitio, girarlos, modificar las composiciones, etc. Las paredes del dormitorio del artista estaban cubiertas de gigantescas siluetas de colores que formaban una especie de collage. Con estos recortables Matisse inició un nuevo periodo en su carrera artística, del que se sentía muy satisfecho. Èl llamó a esta faceta suya «pintar con tijeras». Los cut-outs de Matisse son la máxima expresión de su creatividad, hasta tal punto que él mismo considero los últimos 14 años de su vida como ‘una segunda vida.
En mayo del año pasado tuve la suerte de visitar la exposición «The cut-outs» de Matisse, en el Tate Modern, de Londres. La muestra se componía 120 trabajos realizados entre 1936 y 1954. Quedé impresionada, en primer lugar, por la simplicidad y el colorido de las siluetas y, en segundo lugar, por algunas de las composiciones gigantescas. La visita que Matisse había realizado a Tahiti en 1930 influyó profundamente en el desarrollo de estas figuras recortadas, la visión del rico y transparente fondo marino fue algo que dejó huella permanente en su retina. Una vez que sabes esto, en los recortables puedes descubrir fácilmente figuras que recuerdan el fondo marino: plantas, algas, peces y otros elementos. Una de las salas estaba dedicada a la danza . Matisse ya habia tenido contacto con la danza en el año 1937, ya que se le encargó el diseño de los decorados y el vestuario para un ballet ruso que iba a escenificar la primera sinfonía del músico ruso Shostakovich. Matisse había representado la música con cinco colores y el coreógrafo ruso Léonide Massine le había dado luego significados simbólicos a cada color, por ejemplo, el blanco para hombres y mujeres, el azul para la naturaleza, el rojo para la violencia…
En 1947 Matisse plasmó sus cut-outs en un libro llamado Jazz. Al principio, el libro fue concebido para ilustrar una serie de poemas, pero finalmente en lugar de poemas Matisse lo ilustró con sus propias notas escritas a mano. Del libro se hicieron cien copias y, una vez impreso, el artista se dio cuenta de que las composiciones perdían la sensación de contraste que diferenciaba unas figuras de otras, por lo que no quedó muy satisfecho con el resultado.
Ese mismo año, una monja que lo había cuidado como enfermera cuatro año antes, la hermana Jacques, le pidió que diseñara las vidrieras de la pequeña Capilla del Rosario, en Vence. Matisse aceptó y se involucró tanto en este proyecto que finalmente se encargó de la decoración de toda la capilla. Sus vidrieras están basadas en los cut-outs por lo que son de gran originalidad y colorido. Este proyecto lo absorbió hasta tal punto que convirtió su estudio -y más tarde su dormitorio- en una réplica de la capilla. Quedó muy satisfecho del resultado y consideró este trabajo como «el resultado de toda su vida profesional»
Matisse fue muy consciente de que estas composiciones con recortables eran muy innovadoras y de que se estaba adelantando al futuro, y no se equivocó, ya que hoy día podemos ver diseños, logotipos y combinaciones de colores basados en la simplicidad, el colorido y las composiciones de los recortables de Matisse.
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