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Los objetos hablan. Casa de Iberoamérica, Cádiz.

“Los objetos hablan. Colecciones del Museo del Prado” es una exposición itinerante que podemos visitar actualmente en la Casa de Iberoamérica, antigua cárcel de Cádiz. Está dividida en cuatro secciones: la clave está en el objeto, los objetos nos retratan, un mensaje escondido y el coleccionismo.

La exposición está compuesta por sesenta pinturas y objetos de artes decorativas de las principales escuelas representadas en el Museo del Prado entre los siglos XVI y XIX, entre ellas podemos ver obras de autores como Rombouts, Ignacio Pinazo y José de Ribera.

Los objetos se nos muestran en esta exposición como elementos importantes de los cuadros y a veces como la clave para identificar al personaje o a la escena representada: camafeos, abanicos, vestidos, collares, libros, dibujos, etc. ayudan a definir a los personajes y las épocas y a comprender el mensaje del artista. También los objetos pueden servir para vincular a los personajes a sus familiares o amigos, como el camafeo que muestra la infanta Isabel Clara Eugenia o  para indicar su profesión o actividad, en el caso de los libros, armas o adornos.

Muchos cuadros encierran un mensaje oculto o simplemente ofrecen una información que el espectador no es capaz de percibir en un primer momento, en otras ocasiones el objeto es muy evidente. La paleta y los pinceles con los que se autorretrata Carlos María Esquivel nos ayudan a reconocer en él a un pintor, el mapa que sostiene el noble inglés pintado por Pompeo Batoni nos indica que se trata de un viajero del Grand Tour, las flores que San Diego de Alcalá esconde en el hábito hacen referencia al milagro del santo que convirtió panes en rosas, la calavera que el comerciante flamenco Nicolás Omazur sostiene en sus manos simboliza la fugacidad de la existencia humana.

Los alimentos que aparecen en los bodegones hablan de las  costumbres gastronómicas, del contexto social de la época y también del poder adquisitivo de quienes los encargaron.

Muy interesante el retrato de la reina Isabel de Borbón, esposa del rey Felipe IV, realizado por Frans Pourbue, que con el gesto de la mano derecha lleva la mirada del espectador hacia el rico joyel y el collar de perlas que adornan su vestido. Interesante también “El charlatán sacamuelas” de Rombouts, que además de mostrar una serie de personajes con expresiones muy conseguidas, nos enseña una serie de objetos usados en la época para la extracción dentaria y un curioso collar hecho de muelas que lleva el sacamuelas a modo de adorno-trofeo. Curioso el cuadro “Niña con muñeca” de Ignacio Pinazo, por sus tintes de modernidad.

Me gustó mucho “La dama del abanico” de Ignacio Sánchez Coello. Es el retrato de una dama que lleva un vestido lujosamente guarnecido por cadenetas doradas, con mangas rajadas y alto cuello abierto por delante a la manera flamenca. Está pintado sobre una fina madera tropical de color rojizo, tal vez una caoba, un soporte poco frecuente en la pintura del siglo XVI. Otro elemento a destacar es el abanico plegable japonés que porta la dama, una incorporación a los usos y representaciones femeninas proveniente de Portugal, adonde llegaron los primeros abanicos orientales a finales del siglo XV.

Cuatro de las pinturas que conforman la exposición han sido incluidas en exclusiva para Cádiz: “El cardenal don Luis María de Borbón y Vallabriga” de Goya, “Martín Antonio Álvarez de Sotomayor y Soto-Flores, conde de Colomera” de Agustín Esteve, “La Inmaculada Concepción” de Murillo y ‘”Vanitas” de Pietro Negri.