Esta es la primera exposición del pintor francés Jean Auguste Dominique Ingres (Montauban, 1780-París, 1867) que se realiza en España. Patrocinada por la Fundación AXA, esta muestra reúne más de 60 obras, entre ellas 14 procedentes del Museo Ingres de Montauban. El artista legó a su ciudad natal más de 4.500 dibujos, 40 óleos, su biblioteca y su colección de arte.
Las obras maestras de Ingres son tesoros nacionales, que apenas salen de Francia. Algunas de estas obras proceden del Louvre y del museo del artista en Montauban, su ciudad natal. Otras, de instituciones como la Frick Collection, el Metropolitan o los Uffizi.
Aunque Ingres fue discípulo de Jacques-Louis David, su padre, pintor provinciano pero con grandes aspiraciones, se ocupó de iniciarle en los secretos del oficio y a los diez años Ingres pintaba y dibujaba como un auténtico profesional. Adquirió también una sólida formación en la Academia local de Toulouse, y manifestó desde un primer momento una gran admiración por Rafael.
Ingres es considerado un pintor academicista, sin embargo su distorsión de la anatomía humana en algunos cuadros como “La gran Odalisca” supuso una innovación interesante en la pintura. Fue un excelente dibujante y un magnífico retratista, admirador de Jacques-Louis David y Rafael y admirado a su vez por Picasso, Dalí, Man Ray y otros vanguardistas. Buscaba la perfección y la belleza ideal. Y a los 82 años logró alcanzarla en «El Baño Turco» (1862), un cuadro en el que trabajó toda su vida.
A Ingres no le gustaba especialmente hacer retratos, pero fueron éstos los que le dieron mayor fama. En esta exposición podemos ver una buena representación de los personajes retratados por el maestro. Posaron para él amigos, familiares, colegas y una buena parte de la alta sociedad francesa de la época. Hasta el mismo Napoleón aparece en la muestra en dos soberbios retratos: uno como primer cónsul y, el segundo, ya como emperador, sentado en su trono y rodeado de toda la iconografía imperial.
No faltan en la muestra espléndidos ejemplos de sus pinturas religiosas y de historia, géneros que también modernizó, como «Edipo y la esfinge», «El sueño de Ossian», «Juana de Arco en la coronación de Carlos VII» o «La Virgen adorando la Sagrada Forma».
Podemos admirar también tres de sus más célebres retratos femeninos: dos de Madame Moitessier y otro de la condesa de Haussonville. Retratos de una gran sensualidad en los que toman protagonismo los detalles, las telas, las joyas… Al final de la muestra, el propio Ingres en un estupendo autorretrato realizado a los 78 años.
La exposición, a mi parecer genial, contiene representación de las distintas facetas o temáticas del pintor, desde sus primeros retratos a Roma y los mitos, desde las pinturas religiosas a los sensuales desnudos femeninos. En definitiva, una exposición que realmente es un lujo y un disfrute y que estará en el Museo del Prado hasta el próximo 27 de marzo.